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viernes, 4 de febrero de 2011

Cuestión de experiencias.

― No es sólo el corte de pelo y el cambio de vestuario, eso es lo que se nota a simple vista. Hay mucho más que no puede verse pero se nota. Me siento como si estuviera hablando con otra persona y no hace apenas unas pocas semanas de la última vez que nos vimos.
Sonreí mientras clavaba mis pupilas en las suyas y disimulaba la sorpresa. No me imaginaba que precisamente Juan fuera el único en darse cuenta. Tal vez hubiera otros que lo hubiesen notado, pero Juan tenía la virtud y el defecto de no callarse sus impresiones.
― Parece como si hubieras pasado por una experiencia mística -sentenció.
― Mas bien una experiencia oscura... -salió sin miedo de mi boca. Continué caminando hacia el salón dejándole en medio del pasillo. Le oí decir:
― ¿Una experiencia oscura? Vaya...
Noté en su tono que aquel confuso calificativo le había llenado de pesar. Me giré sobre la marcha y mientras continuando avanzando hacia atrás le dije con voz bien alta y clara:
― ¡PERO SIEMPRE HAY UNA LUZ!
Entré en el salón aún sintiéndome en el rostro una de las sonrisas más sinceras y determinadas que jamás haya puesto. De reojo vi que la confusión se desvanecía en el rostro de Juan. Ignoro cual es mi engranaje 0, mi primer motor, Το Θείον o como se le quiera llamar. Solo sé que está activo entre las más densas tinieblas. Con eso me basta.

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