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lunes, 26 de julio de 2010

Si los muertos gritasen...

En un homenaje a Caballero Bonald en el teatro Lope de Vega de Sevilla un dirigente del Partido Comunista (cuyo nombre no me dio la gana anotar) nos dijo a los escritores (sin mirarnos a los de la tercera fila) gracias a los que hacéis de la literatura un arma cargada de futuro.

Saqué mi bloc de notas y me lo apunté para este momento. Aún no tengo una poética escrita, y a lo mejor nunca la tendré dado mi carácter continuamente cambiante, pero siempre he tenido algunas ideas muy claras. Al releer y recordar esa frase me acuerdo de un poema de mi autor favorito (Miguel d´Ors) que dice y no versificando ni a la izquierda / ni debajo de nadie, ustedes me dirán (poema íntegro al final de estas líneas).

Lo tengo muy claro, mi arte va en una dirección muy clara y no se desvía a la izquierda ni a la derecha bajo ningún concepto. En ocasiones he zigzagueado por mero divertimento poético (o por asco político he arremetido), pero nada más, ligeros desmanes de juventud o espontánea locura. Mi aspiración es hacer de mi arte un arma cargada de futuro, y están mis versos poblados de espadas, no hay más que echar un vistazo, pasen y vean, el dantesco espectáculo de hojas bermejas que suelo ofrecer de tanto en tanto. Pero que quede perfectamente claro, que por si mismas las armas no son peligrosas, el factor peligro lo añade la mano que las blande. Considero que mi arte no debe ser blandido por cualquiera, sino principalmente por mi, y en segundo lugar por aquellos en los que deposito mi confianza. No se admite uso partidista de mis obras. En cada una de ellas hay un símbolo de derechos de autor que establece las condiciones en las que mi obra puede ser usada. Por lo general es una Creative Commons 3.0 Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada. Traducción: mis obras pueden ser copiadas y distribuidas libremente reconociéndome siempre como autor de ellas. No se permite hacer variaciones para saltarse esta licencia ni conseguir un lucro con ella. Añado ahora también esta condición a todas mis obras. Ningún signo político puede usarlas para sus fines, sean cuales sean, por muy nobles que puedan parecer.

Me asquea totalmente lo que están haciendo con autores como Antonio Machado o Miguel Hernández. Cada persona tiene sus preferencias políticas (yo tengo las mías, que hay mucho mundo más allá de las dos Españas), pero usar la parte poética de una persona con fines políticos me parece una absoluta abominación y una deshonra para todos los que escribimos. ¿Y cuando la extrema izquierda abandone estos parajes, qué? Luego tocará dedicar la Feria del Libro a Agustín de Foxá o a Camilo José Cela, creador este último de una revista literaria en 1956 precisamente con el mismo Caballero Bonald que recibió el homenaje del Partido Comunista.

Como bien dice el artista manriqueño Manuel Márquez se regalan tontos y cobardes por exceso de fabricación. Tontos, mezclando churras con merinas, ¿qué tendrán que ver sus creencias políticas con su capacidad artística? Cobardes, usando los nombres de quien no puede defenderse. Si los muertos gritasen...

Vivo, conmigo que no cuenten para ninguna bandera. Muerto, aún menos.



DONDE EL POETA SE DESPIDE DEFINITIVAMENTE DEL COTARRO

Adiós, adiós revistas, premios, antologías,
fulgores de El País y el Segundo Canal,
adiós generación del 70, divino
tesoro, te he perdido para nunca jamás.

Para ser comunista me falta la langosta
(que no es poco faltar)
y, como Don Antonio, tampoco soy un ave
de ésas (menudos pájaros) del nuevo gay trinar,
y no versificando ni a la izquierda
ni debajo de nadie, ustedes me dirán.

Adiós entonces, fama, adiós obras completas,
adiós escalinatas hacia Carlos Barral,
adíos muchachos, nunca compañeros
de mi vida (a Dios gracias −y gracias además
a los sabios consejos sobre las compañías
que me dio mi papá−).

Pero todos felices: la Poesía
y yo tendremos más intimidad,
y vosotros qué gozo: en la carpeta
de Félix Grande un poco menos de original
y un poco más de alfalfa en los amenos prados
del Parnaso local.

5-9-1982

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